A 750 metros de altitud en los Montes de Judea, Jerusalén nunca tuvo una excesiva importancia militar aunque siempre fue considerada crucial desde el punto de vista político y religioso, y como tal fue codiciada, asediada, destruida, poseída y en ocasiones engrandecida por aquellos que, procedentes de los cuatro puntos cardinales, atravesaban el istmo de Palestina, entre el mar y el desierto, en pos de la conquista de otros territorios.
En la primera mitad del libro el autor proyecta sobre la ciudad todo el acontecer de Oriente Medio desde el rey David hasta la llegada de Napoleón, como antes lo hiciera Karen Armstrong en su libro Historia de Jerusalén.
Pero donde la obra cobra especial interés y da claves para entender mejor la situación actual es en su detallada explicación, de sesgo judeo-británico, de la evolución de la ciudad desde 1799 hasta hoy y del desfile por sus calles de literatos, oportunistas, (...)