Al corazón de la Universidad Francisco Marroquín (UFM) –un centro privado que toma su nombre de un obispo de Guatemala del siglo XVI– se accede a través del paseo de las Estelas, un sendero bordeado de parterres y réplicas de monumentos funerarios mayas. Un poco más abajo, algunas hermosas berlinas duermen en el aparcamiento. Una vez pasada la residencia de estudiantes, unas oriflamas anuncian: “Bienvenidos a la Casa de la Libertad”.
Lejos de la Zona Viva, centro festivo y chic de la Ciudad de Guatemala, aquí el sosiego reina como en pocos lugares de la capital del país. Elegantes y sin excesos, los edificios de ladrillo rojo –material poco habitual en una capital inundada de hormigón– armonizan con la profusa vegetación de los jardines. Es un remanso de paz para los cerca de tres mil estudiantes repartidos en una quincena de carreras: Ciencias Económicas, Derecho, Relaciones Internacionales, pero también Cine (...)