El pensamiento de Zizek es un carnaval: Hegel y Lacan conviven con referencias a productos de la cultura de masas y observaciones penetrantes de la vida cotidiana (con especial predilección por los chistes). Es fácil que uno se pierda entre tanta cita, paradoja y enrevesada interpretación psicoanalítica. Conviene tener bien presente cuál es el objetivo que late en el fondo de su apuesta filosófica: suministrar reflexiones e imágenes para reinventar un proyecto de izquierda radical que desafíe verdaderamente la hegemonía del capitalismo global, democrático y liberal (con todas las comillas que se quiera). Del mismo modo que Platón decidió recurrir a mitos y fábulas contra la tiranía de los mitos y las fábulas, la fórmula-Zizek vuelve las armas estilísticas de la posmodernidad contra la posmodernidad misma.
Zizek se suma a quienes hablan de un retorno contemporáneo de lo sagrado que podría vivificar al agotado Occidente, pero ataca violentamente sus manifestaciones (...)