La tierra tiembla frecuentemente en Irán, en sentido literal y figurado. Pero, desde siempre, los iraníes han sabido reconstruir sus ciudades destruidas tanto como su sociedad traumatizada o su vida cotidiana deshecha. Desde el verano de 2003, la historia iraní parece acelerarse. No se trata del “cambio de régimen” tan anhelado por Washington y por muchos iraníes, ni de una nueva “revolución” ideológica y social, sino del ingreso de este viejo país en una nueva dinámica que pone en juego, no sólo a las elites y a las grandes potencias, sino al conjunto de los “ciudadanos”, las provincias, y la comunidad internacional. El país despierta, tras un largo “sueño” muy agitado y a menudo poblado de pesadillas.
En octubre de 2003, tres acontecimientos de primera importancia demostraron que se pasaba una página de su historia: el 10 de octubre, Chirin Ebadi obtenía el Premio Nobel de la Paz; el 21, el (...)