“Batalla perdida de antemano”, “rechazo de la modernidad”, “tufillo a chauvinismo”, “a proteccionismo” e incluso “a nacionalismo”, “a colonialismo”, y podríamos seguir la lista... Si en algo sintonizan, en Francia, buena parte de la extrema izquierda, la izquierda “bobo” (burgueses bohemios) y los ámbitos altermundialistas, con los gendarmes de la globalización liberal –“elites” de la comunicación y los medios, directivos de los grandes grupos industriales y financieros, funcionarios de alto rango– es en espetarle alguna de esas descalificaciones a todos aquéllos que se empeñan en reivindicar el derecho a crear, contratar, trabajar, acceder a la información y a la diversión en su idioma, en este caso el francés.
Desde 1994, este coro alzó su voz contra la ley Toubon “relativa al uso de la lengua francesa”, aún vigente, y que entre otras disposiciones, tiene la arrogancia de exigir el uso obligatorio, aunque no exclusivo, de la lengua francesa, para los empleados (...)