“El día que China despierte…” se decía hasta hace poco, dejando planear la idea de una amenaza gigantesca sobre el planeta. Ahora sabemos que ese inmenso país ya está despierto. Y se trata de preguntarse sobre las consecuencias que puede tener su impresionante resurgimiento sobre la marcha del mundo.
China, coloso demográfico con sus 1.300 millones de habitantes, inició su gran reforma económica sólo después de la muerte de Mao Tse Tung en 1976, y sobre todo a partir de 1978, cuando Deng Xiaoping asumió el poder. Su modelo de desarrollo, basado en la abundancia de una mano de obra mal pagada, la masiva recepción de fábricas de ensamblaje, la exportación de productos baratos y la afluencia de inversiones extranjeras, fue considerado durante mucho tiempo “bastante primitivo”, propio de un país atrasado y gobernado con mano de hierro por un partido único, dado que hasta el necesario control de su demografía (...)