Racionales, los electores norirlandeses han comprendido que, dado que la política local es etnocéntrica y no se preocupa del interés general (ver el artículo central) el político más ofensivo de su comunidad será el mejor defensor. La clase media católica abandona a los líderes del Partido Socialdemócrata Laborista (SDLP) por el Sinn Fein, menos a la izquierda y más frecuentable desde el alto el fuego del Ejército Republicano Irlandés (IRA). Cansados, los tibios se abstienen.
La mayoría de protestantes se han pasado a la extrema derecha. Síntoma del malestar de muchos unionistas, cuyo universo está en decadencia. Treinta y cinco años después de la insurrección de los católicos, por entonces discriminados, estallan los disturbios en los barrios protestantes, con el argumento: “los católicos lo consiguen todo”: desmantelamiento de los regimientos de reclutamiento local, cambio de nombre de la policía, delimitación relativa de la provincia, restricción de los desfiles orangistas, ascenso social (...)