Reforma de las pensiones en Francia, la onda expansiva
abril de 2023
La cólera popular suscitada por la perspectiva de dos años más de trabajo, así como el paso forzado del ejecutivo, confirman un punto de inflexión en Francia. Se derrumba el crédito que la población había concedido al mundo político, dañado por gobiernos cuyo objetivo es mantener contentos a los accionistas hasta el punto de hacer depender la vida de millones de trabajadores de una decisión del Consejo Constitucional (“El buen uso de la Constitución”). Cuando el desprecio por la gente corriente hace de brújula (“Un pueblo en pie, un poder obstinado”), los dirigentes alimentan dos tipos de reacción: la resignación o la revuelta. Antes confiaban en la primera, pero entre los menos politizados el deseo de llevar una vida decente ha reavivado las ganas de luchar (“¡Hay que apañarse con lo que tenemos!”). Incluso la Confederación Francesa del Trabajo Democrático (CFDT) ha redescubierto las virtudes de la lucha (“La gran quimera del diálogo social”).
La cólera popular suscitada por la perspectiva de dos años más de trabajo, así como el paso forzado del ejecutivo, confirman un punto de inflexión en Francia. Se derrumba el crédito que la población había concedido al mundo político, dañado por gobiernos cuyo objetivo es mantener contentos a los accionistas
La política de ordeno y mando del Ejecutivo y la brutalidad policial evidencian el nerviosismo de las autoridades francesas. Y con razón: la protesta contra la reforma de las pensiones lleva el germen de un rechazo al orden social que defiende el Gobierno francés.
¿Cómo entender la renovada combatividad que da escenario al cambio de línea de sindicatos reformistas? La clave hay que buscarla, muy probablemente, en la historia reciente del “diálogo social”: así se entiende cómo los sindicatos se encontraron en un callejón sin salida, y también lo que les costó salir de (...)
Conciliar el apoyo popular y la relativa debilidad de las fuerzas movilizadas sobre el terreno: ese es el reto al que se enfrentan los militantes sindicales. Lo abordan con mayor o mejor fortuna, pensando en el largo plazo.
¿Es razonable esperar que los “sabios de la rue de Montpensier” revoquen, de forma total o parcial, la ley de reforma de las pensiones? El Consejo Constitucional francés sigue siendo en esencia un órgano político que casi nunca muestra voluntad de enfrentarse a los poderes fácticos.
La cólera popular suscitada por la perspectiva de dos años más de trabajo, así como el paso forzado del ejecutivo, confirman un punto de inflexión en Francia. Se derrumba el crédito que la población había concedido al mundo político, dañado por gobiernos cuyo objetivo es mantener contentos a los accionistas
La política de ordeno y mando del Ejecutivo y la brutalidad policial evidencian el nerviosismo de las autoridades francesas. Y con razón: la protesta contra la reforma de las pensiones lleva el germen de un rechazo al orden social que defiende el Gobierno francés.
¿Cómo entender la renovada combatividad que da escenario al cambio de línea de sindicatos reformistas? La clave hay que buscarla, muy probablemente, en la historia reciente del “diálogo social”: así se entiende cómo los sindicatos se encontraron en un callejón sin salida, y también lo que les costó salir de (...)
Conciliar el apoyo popular y la relativa debilidad de las fuerzas movilizadas sobre el terreno: ese es el reto al que se enfrentan los militantes sindicales. Lo abordan con mayor o mejor fortuna, pensando en el largo plazo.
¿Es razonable esperar que los “sabios de la rue de Montpensier” revoquen, de forma total o parcial, la ley de reforma de las pensiones? El Consejo Constitucional francés sigue siendo en esencia un órgano político que casi nunca muestra voluntad de enfrentarse a los poderes fácticos.