Desde la aparición de las armas nucleares, Estados Unidos nunca las utilizó contra países que también las poseyeran. Sin embargo eso no significa que nunca haya considerado esa eventualidad. Simplemente, no se atrevió a pasar al acto. En el pasado, Washington había planificado un ataque preventivo contra la naciente capacidad nuclear china, pero luego desistió. Desde entonces, si bien Estados Unidos favorece –y hasta apoya– “la independencia de Taiwán”, debe simular oponerse, consciente de que su concreción podría desatar una confrontación militar con Pekín. Es inútil precisar las catastróficas consecuencias que ello tendría, tanto para Washington como para China, país dotado de un arsenal nuclear importante. El desastre del 11 de septiembre parecería casi insignificante en comparación.
Por su parte, Pyongyang estima que un Estado debe garantizar su seguridad por sí mismo. Construir un proyectil nuclear y proceder a una prueba no le planteaba demasiados problemas técnicos. Al disponer de materiales (...)