Este libro de Margarita Boladeras, catedrática emérita de Filosofía Moral y Política de la Universitat de Barcelona, propone una reflexión sobre la relación que ha existido entre la ética y la ciencia en los últimos 150 años. En este tiempo ha nacido la bioética como disciplina y se ha desarrollado una red de comisiones éticas o bioéticas en el plano internacional, nacional y local, que han orientado los problemas suscitados por las nuevas posibilidades de actuación que ha abierto el progreso de la ciencia.
“Se ha dicho muchas veces que pretender poner límites a la ciencia es como querer poner puertas al campo, es imposible. Es una expresión tan gráfica que parece cierta, pero en cierta medida no lo es. Hay límites que no vienen dados por la bioética, sino por otros mecanismos sistémicos de gran potencia. La ciencia transita por los carriles que interesan a los grandes grupos económicos, a los poderes políticos en los que se apoyan y a una multitud que puede sacar provecho del torbellino que estos provocan”. En una sociedad pluricultural, donde se respeten las libertades individuales, no se pueden prohibir determinadas conductas a toda la población porque así lo quieren algunos grupos sociales de una confesión religiosa. En el caso de la eutanasia, tenemos un ejemplo claro: “despenalizarla en determinadas situaciones no obliga a nadie y permite actuar a los que la consideran necesaria; sin embargo, la prohibición obliga a todos, incluso a aquellos que la consideran un derecho fundamental”.
Existen prohibiciones, señala la autora, que podían tener un sentido en otros tiempo, pero ahora están fuera de lugar porque contradicen derechos fundamentales o, simplemente, han sido vaciadas de sentido por los conocimientos científicos actuales.
