Lo que tanto se temía, ha ocurrido: España se encuentra técnicamente en recesión dadas las caídas del PIB de los dos últimos trimestres de 2008 y todas las estimaciones indican que la contracción del PIB superará el 1,5% en 2009. Hasta aquí pudiera parecer que no hay elementos diferenciales entre los rasgos de la crisis económica española y los de otras economías occidentales: en casi todos los países, la crisis financiera internacional está deteriorando, con intensidad y velocidad dispares, las principales variables de la economía real, aquéllas que en mayor medida inciden sobre la generación de riqueza y bienestar.
Este hecho ha favorecido que las autoridades económicas españolas hayan encontrado en la crisis financiera internacional el chivo expiatorio perfecto para atribuirle toda la responsabilidad de la situación actual y, remarcando machaconamente su carácter internacional, traten de eludir la cuota de responsabilidad que pudiera corresponderles por el actual estado de cosas.
Sin embargo, (...)