“Investigación orientada institucionalmente”, “autocensura”, “sesgos ideológicos”, “conclusiones preconcebidas”, “escasa diversidad de enfoques teóricos y, más aún, empíricos”, “limitación de puntos de vista”, “marco analítico inapropiado para las realidades de los países estudiados”, “incapacidad repetida para citar trabajos de investigadores locales”… En resumen, más les ha valido a las cabezas pensantes del Fondo Monetario Internacional (FMI) que el peso de la actualidad haya recaído sobre su director general, detenido en Nueva York el 14 de mayo de 2011, antes que sobre el último informe de su Oficina de Evaluación Independiente, publicado una semana después ante la indiferencia general.
Justo cuando el prestamista internacional, que ha levantado cabeza gracias a la tormenta financiera y la crisis de la deuda, impone austeridad a un número cada vez mayor de países presa de sus trampas (Letonia, Ucrania, Rumanía, Hungría, Islandia, Irlanda, Grecia, Portugal…), este estudio dedicado a la “Investigación en el FMI: su relevancia y (...)