La mayor parte de las imágenes que llegan a los ciudadanos emanan del poder económico, especialmente a través de ese emblema de su capacidad para la conquista de conciencias que es la publicidad. En este contexto, algunos autores siguen profundizando en fórmulas para hacernos percibir la comunicación visual como una vía de emancipación: hacer patente, frente al revoltillo posmoderno, que la estética es siempre portadora de una ética.
Manel Armengol, autor de la foto más reproducida de la Transición española (aquella en que policías nacionales –los “grises”– golpean a manifestantes en una sentada callejera en Barcelona, en 1976) ha publicado recientemente un libro de paisajes, de sobria y profunda belleza. En él nos habla de las posibilidades de la práctica fotográfica para aumentar la conciencia de presencia en el lugar y en el momento. El libro trata también, desde el punto de vista del lector, de las formas de generar (...)