- SAUL STEINBERG – Sin título, 1975
En las horas más oscuras de la pandemia, regresé a la casa de mi infancia, en un suburbio residencial de Kansas City para cuidar de mi anciano padre. Era de esa clase de personas que se resisten a tirar el más mínimo objeto, por lo que en la casa se amontonaban todo tipo de reliquias, supervivientes de las distintas etapas de nuestra vida.
El álbum de sellos atrajo mi atención. Me puse a hojear sus páginas algo polvorientas. Yo mismo había abandonado mi actividad de coleccionista en 1982, cuando dejé de ir a la oficina de correos a comprar cada nueva tirada con el dinero que mis padres me daban para el almuerzo.
Pasando esas páginas, en las que el chico de diecisiete años que una vez fui había dispuesto cuidadosamente cientos de (...)