En los últimos 20 años, la convergencia demográfica de los países de las orillas sur y norte del Mediterráneo prosiguió a ritmo sostenido. El índice de fecundidad –que sirvió para dar una imagen despreciable de los mundos musulmanes– muestra que el Líbano, Túnez, Marruecos, Turquía e Irán alcanzan actualmente niveles que se acercan a los de los países europeos.
Estas metamorfosis demográficas son portadoras de irreversibles transformaciones políticas. En Marruecos, el índice de fecundidad no ha dejado de retroceder desde 1975, para alcanzar los 2,19 hijos por mujer en la encuesta de 2009-2010. En áreas urbanas, está hoy por debajo del umbral de renovación de las generaciones (2,05 hijos por mujer). Lo mismo sucede en Túnez, desde hace una década.
Habida cuenta de la demografía, las revueltas árabes aparecen como ineluctables. El proceso que Europa vivió a partir de la segunda mitad del siglo XVIII se propagó al mundo entero; no podía (...)