En pocas horas, Sleepy Joe (‘Joe el somnoliento’ o ‘el dormilón’) –el apodo que sus adversarios emplean para referirse al actual presidente estadounidense– se ha transformado en Terminator. El pasado 4 de febrero, Biden ordenó movilizar dos aviones caza F-22, escoltados por aviones de apoyo, y sus misiles más modernos para derribar un globo chino “tan grande como tres autobuses” que flotaba a una altura de 20.000 metros. El día 10, el presidente estadounidense ordenó derribar otro artefacto en los cielos de Alaska; luego un tercero, el día 11, que sobrevolaba territorio canadiense y, por último, el día 12, un cuarto encima del lago Hurón. Nunca antes el cielo norteamericano había visto semejante hecatombe. Desde entonces, como un sheriff satisfecho, Joe Biden ha enfundado sus armas. La máquina de la fantasía, sin embargo, está disparada.
Tres semanas después, seguimos sin saber si todos esos artefactos estaban bajo control chino o incluso (...)
