La crisis de la democracia que afrontamos no se ha originado solo en la esfera política. No podremos superarla reconstruyendo el sentido cívico, cultivando el bipartidismo, fortaleciendo el “ethos democrático”, reanimando el “poder constituyente”, liberando la fuerza del “agonismo”... Ni autónomos, ni simplemente sectoriales, los actuales males democráticos constituyen el aspecto específicamente político de la crisis generalizada que afecta al conjunto de nuestro orden social. Tienen su origen en los fundamentos mismos de dicho orden, en sus estructuras institucionales y sus dinámicas constitutivas. Solo pueden comprenderse desde una visión crítica de la totalidad social, que muchos observadores identifican, no sin razón, con el neoliberalismo. Pero es importante entender el neoliberalismo como una vertiente del capitalismo: y toda forma de capitalismo está sujeta a crisis políticas y es hostil a la democracia, porque encierra una contradicción que lo predispone a ello.
Lejos de ser una anomalía, la crisis actual es la forma (...)