Hay dos modos de escribir relatos. Uno afronta la acción directamente mientras que el otro lo hace de forma indirecta. En primera persona al lector se le facilitan las cosas. Sigue el ritmo del narrador como una orden. No le queda otro remedio.
El interés del tema debe mucho al ritmo, al lenguaje adecuado y al estilo.
En las historias complejas el lector es víctima de un secuestro. Se le pone una venda en los ojos. Se le desorienta en el espacio y el tiempo. Cuando le quitamos la venda y le permitimos ver, verá aquello que nos interesa que vea. Luego se le despedirá cordialmente o se le abandonará donde menos lo espera. Un ejemplo: Borges.
En los relatos de Nuria Barrios se advierte indecisión formal. Giran en torno al sufrimiento humano. La autora no ensaya fórmulas innovadoras. Sigue la tradición iniciada por (...)