En un viaje a Japón que el novelista Peter Handke (Austria, 1942) realiza en 1988 anota lo siguiente: “Vivir de un modo fragmentario para poder fantasear-escribir de un modo no fragmentario”. Y esto es, al parecer, lo que persiguen sus anotaciones a lo largo de un diario sin fechas precisas cuyas entradas no tienen salida ya que al final de cada párrafo elimina el punto para producir al lector la ilusión, por lo menos visual, de que lo fragmentario está llamado a formar parte de un todo literario. Pero esa fusión de fragmentos inconexos (aforismo, observación, comentario de un texto, descripción de un paisaje) resulta lo bastante literaria como para mantener vivo nuestro interés. Handke viaja por el exterior (Austria, Egipto, Escocia, Francia, España, Italia, Alaska y Japón) pero sin alejarse en ningún momento de su interior, ni en definitiva de su lugar de origen, Austria.
Los recuerdos de infancia (...)