En Francia, la psiquiatría moderna nació en 1838 con la ley que obligaba a cada departamento a abrir un asilo para enfermos mentales en su demarcación territorial. Hasta entonces, se los encerraba junto con delincuentes, vagabundos, indigentes y discapacitados de todo tipo. Pero la realidad pronto frustró las esperanzas de los primeros alienistas –Philippe Pinel, Jean-Étienne Esquirol–: estos establecimientos sirvieron ante todo para combatir las molestias derivadas de la locura. En general, los pacientes ingresaban como consecuencia de una orden de internamiento, permanecían allí mucho tiempo y su estado a menudo empeoraba. En 1925, el periodista Albert Londres constataba en Entre los locos (Programa Editorial Universidad del Valle, Santiago de Cali, 2012) que “la ley de 1838 no tiene por base la idea de cuidar y de curar a los hombres alcanzados por una enfermedad mental sino el temor que estos hombres inspiran a la sociedad”. Los métodos terapéuticos (...)
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Falta de recursos y enfoque securitario
El lento naufragio de la psiquiatría pública en Francia
¿Cómo tratar las enfermedades mentales? Más allá de las controversias entre escuelas, marcadas principalmente por tentaciones liberticidas y por el cuestionamiento del enfoque psicoanalítico en favor de protocolos dedicados al tratamiento de los síntomas, en Francia se está desplegando una lógica implacable. A los establecimientos privados van las dolencias “rentables”, mientras que el sector hospitalario público, cada vez más desvalido, se queda con las patologías más severas.
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