Algunos meses después de su toma de posesión, Donald Trump decidía anular “el acuerdo totalmente falto de equidad firmado con Cuba” por su predecesor Barack Obama el 17 de diciembre de 2014. El presidente demócrata había considerado ineficaz la estrategia estadounidense de ahogamiento –agresión militar, embargo, ruptura de relaciones diplomáticas–. Más valía, según él, normalizar las relaciones entre Washington y La Habana, a fin de acelerar la “apertura” del país caribeño. Al contrario, replicó el republicano: el raudal de turistas estadounidenses que la mansedumbre de Obama había contribuido a generar, había “agravado la represión” consolidando la posición de las Fuerzas Armadas. Tras la “dictadura comunista”, ¡Cuba iba a caer bajo el yugo de una junta militar! ¿Acaso no había ocho generales en la cúspide del poder, entre los diecisiete miembros del buró político del Partido Comunista de Cuba (PCC)?
Los uniformes de camuflaje latinoamericanos provocan reacciones dispares en Washington: satisfacción cuando (...)