Fue el acta de nacimiento del movimiento ecologista: desde 1962, el libro Primavera silenciosa de la zoóloga Rachel Carson dio la voz de alarma sobre los efectos devastadores del Diclo-Difenil-Tricloroetano (DDT) para la fauna. Con lo que logró su prohibición en la agricultura de Estados Unidos, y la toma de conciencia internacional sobre los peligros de los agentes Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP) que se acumulan a lo largo de la cadena alimentaria.
Con el resurgimiento del paludismo, algunos abrigan la esperanza de una revancha. Porque aunque existen insecticidas biodegradables (piretroides), el DDT sigue siendo el producto más eficaz y el menos caro contra los mosquitos. Por lo menos, si creemos a sus abogados. El debate hizo furor en las más importantes revistas médicas, donde se suceden diversos participantes condenando o apoyando el tratado internacional sobre el uso de los COP. En su último thriller, Estado de urgencia, decididamente anti-ecologista, el exitoso (...)