La cultura, definida como el “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época y grupo social” -los nuestros en este texto- es creación y comunicación, dos aspectos históricamente disimétricos, pues la creación (como tratamiento del conocimiento) suele competir y afectar relativamente a muchas menos personas que la comunicación (o tratamiento de la información en la que se banaliza dicho conocimiento).
La industria de la cultura incide básicamente sobre su comunicación, que “se ha convertido en uno de los sectores más voluminosos en la esfera de la producción y del consumo capitalista, por detrás sólo de las armas, del narcotráfico y del tráfico de mujeres. Sin embargo… la importancia del sector cultural no es sólo una cuestión de rentabilidad de las inversiones sino sobre todo del papel que desempeña en la configuración de la conciencia de la población… El control de los (...)