“Shirin era nuestra voz (…) Se trata claramente de un crimen deliberado y selectivo” (1), ha declarado Khalida Jarrar, diputada del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), quien a su vez ha sido encarcelada en diversas ocasiones por Israel en los últimos años por su activismo político. “Fue un asesinato flagrante, en violación del derecho y las leyes internacionales, [ella] fue asesinada a sangre fría por las fuerzas de ocupación israelíes” con el objetivo de “impedir que los medios de comunicación realicen su trabajo” (2), lamentaba la dirección del canal de noticias Al Jazeera, donde trabajaba desde 1997. Los palestinos están de luto por la muerte de Shirin Abu Akleh, una reputada periodista de 51 años de edad, de familia cristiana de Jerusalén, que había cubierto el conflicto palestino-israelí desde hacía décadas. Había trabajado para la UNRWA –Agencia de la ONU para refugiados palestinos–, Radio Voice of Palestine, Amman Satellite Channel, Moftah Foundation y Radio Monte Carlo hasta llegar a la televisión qatarí, donde pasó a convertirse en una de las figuras televisivas más apreciadas de su país. Fue asesinada en la madrugada del 11 de mayo durante una incursión militar emprendida por las tropas de Tel Aviv en Yenín, donde el primer ministro israelí, Naftali Bennett, dio “carta blanca” al Ejército tras una serie de atentados aislados perpetrados por palestinos procedentes de esta gran ciudad del norte de Cisjordania. Estos ataques han matado a 18 personas en Israel desde el 22 de marzo.
Las pruebas aportadas por compañeros de trabajo que se encontraban en el lugar de los hechos, así como los relatos de los testigos presenciales, indican que Shirin Abu Akleh perdió la vida tras recibir un disparo en la cara por parte de un francotirador israelí cuando se encontraba en las afueras del campo de refugiados de Yenín. La periodista y su equipo habían sido enviados a la zona para cubrir la información. Su colega Ali al Samudi, que la acompañaba, recibió un disparo en la espalda y tuvo que ser hospitalizado (su vida no corre peligro). Su colega Shatha Hanaysha, que también estaba con ella el miércoles, ha declarado que las Fuerzas Armadas israelíes “siguieron disparando, aunque ella estaba tendida en el suelo. Ni siquiera pude estirar la mano para agarrarla y traerla hacia mí porque las balas silbaban a nuestro alrededor. No hay duda de que el Ejército [israelí] tiraba a matar” (3). En un vídeo que ha circulado por Internet, grabado por un vecino de la zona, también se puede observar a un joven que trata de socorrerla y al que también se le tirotea intencionalmente. La periodista Dena Takrouri ha declarado que “Shirin ha recibido un impacto cerca de la oreja, en un lugar que no está protegido por el casco [que llevan los reporteros en las zonas de conflicto, además del chaleco antibalas que les identifica como ‘prensa’]. El punto de impacto ha sido extremadamente preciso” y solo puede ser obra de un “francotirador israelí” (4).
No obstante, los militares israelíes, en declaraciones difundidas por gran parte de la prensa y la clase política del país, se apresuraron a culpar a los palestinos de la muerte de Shirin Abu Akleh. Declararon que la periodista fue alcanzada por una bala perdida disparada por un combatiente armado apostado cerca de la zona donde se encontraba. Una versión inmediatamente validada en las altas esferas: “Obviamente los palestinos armados (…) son responsables” de la muerte de la corresponsal de Al Jazeera, afirmó Bennett en una declaración oficial, añadiendo que las acusaciones contra sus tropas son “infundadas”. El portavoz del Ejército, por su parte, incluso llegó a asegurar sin tapujos que Shirin Abu Akleh “estaba filmando y trabajando para un medio de comunicación en medio de palestinos armados”. “Están ‘armados con cámaras’, si me permiten la expresión” (5). En respuesta a las condenas de los dirigentes palestinos, el director del influyente diario The Jerusalem Post condenó la “explotación de la muerte de la periodista con fines políticos” (6) y dio crédito a la teoría de los “disparos indiscriminados de los palestinos”, como dijo el militar. Estas acusaciones, sin embargo, han sido rebatidas, por si fuera necesario, por la organización de derechos humanos no gubernamental israelí B’Tselem. Con la ayuda de un vídeo difundido por el propio Ejército y de una fotografía aérea, la organización pacifista pudo establecer que los disparos atribuidos al combatiente palestino emboscado “no pueden ser los que alcanzaron a Shirin Abu Akleh y a su compañero” (7). Desde entonces, las autoridades israelíes decidieron modificar su discurso y emplear el condicional: aseguran que no es posible determinar el origen del disparo mortal y que podría ser de origen palestino o… israelí. Bajo presión internacional, Tel Aviv decidió anunciar una investigación militar (8). Sin embargo, desde el primer momento han habido serias dudas de que esta tuviera éxito. De hecho, al cabo de pocos días, el diario Haaretz informaba que la Policía Militar de Israel no investigará la muerte de la periodista (9).
La policía israelí carga contra la comitiva que lleva el ataúd de la periodista palestina asesinada Shireen Abu Akleh https://t.co/TI6uTN2vhg
— Le Monde diplomatique en español (@MondeDiploEs) May 13, 2022
Shirin Abu Akleh se suma a la larga lista de periodistas asesinados en el ejercicio de su profesión por las fuerzas de ocupación israelíes. Unos 50 periodistas palestinos han sido asesinados por balas israelíes en los últimos 20 años, casi un tercio de ellos en Gaza (17 murieron durante la guerra que Tel Aviv desató en la franja costera en el verano de 2014, en la que murieron más de 2.200 gazatíes, en su mayoría civiles, incluidos 600 niños). El Ministerio de Información y el Sindicato de Periodistas Palestinos reportan cada año entre 500 y 700 actos de violencia contra trabajadores de los medios de comunicación en los territorios ocupados (10). Shirin Abu Akleh, que llevaba mucho tiempo en “el punto de mira” de Israel, había sido víctima de intimidación, acoso e intento de detención por parte del Ejército israelí. Se ganó el respeto y el reconocimiento de la sociedad y de los compañeros de profesión por la calidad y la minuciosidad de su trabajo y por su empeño en mostrar la realidad de la ocupación.
Ha muerto en un enclave que conocía especialmente bien porque en él había realizado coberturas en diversas ocasiones, principalemente durante la segunda Intifada (2000-2005). Desde principios de 2022 más de 15 palestinos, en su mayoría jóvenes, han sido asesinados por el Ejército israelí en Yenín, una zona que se encuentra prácticamente en estado de sitio. La desaparición de Shirin Abu Akleh se produce en vísperas de la conmemoración por parte de los palestinos del vigésimo aniversario de la “Batalla de Yenín” (1-11 de abril de 2002), uno de los episodios más sangrientos de la segunda Intifada. Apodada por los israelíes como la “capital del terrorismo”, la ciudad fue objeto de intensas campañas de bombardeos, repetidos toques de queda y frecuentes incursiones militares. El Ejército israelí llevó a cabo allí una ofensiva devastadora en el marco de la “Operación Escudo Defensivo”, de la que aún conserva las cicatrices. Yenín, declarada “zona militar cerrada” y totalmente aislada del mundo, fue asediada sin descanso y el campo de refugiados sometido a una lluvia de fuego de una intensidad inusitada, para posteriomente ser invadido por mil soldados. Los combates dejaron oficialmente 52 palestinos muertos (al menos 200 según la población local), frente a 23 del lado israelí, y muchos heridos, por no hablar de los centenares de viviendas destruidas –uno de los barrios del campo fue incluso completamente arrasado–. Shirin Abu Akleh fue una de las pocas periodistas que pudo ir al terreno para cubrir las masacres arriesgando su vida.
La batalla de Yenín –rebautizada en su momento como “Yeningrado” por el expresidente Yasser Arafat en homenaje a la feroz resistencia mostrada por los habitantes del campo– permanece grabada en el recuerdo de todos. Sin duda, Shirin Abu Akleh también será recordada.