En estas Crónicas completas, la escritora Hebe Uhart (Moreno, 1936-Buenos Aires, 2018) redescubre la tristeza, el humor y la hermandad, tónicos para ojos lúcidos en oscuros tiempos. En la sección “Viajera crónica” (2011), se despierta la empatía a través de una vulnerabilidad compartida, que se traslada a través de los espacios de una exploración político-poética: “Por todos lados, la palabra quiere marcar un rumbo”.
En el opúsculo “Visto y oído” (2012), la descripción resiste la digresión mientras redunda en la rareza: “Volví a casa muy cansada, pero como si no hubiera viajado, como si me faltara todavía viajar”. En el apartado “De la Patagonia a México” (2015), encarnaciones de la locura indexa la impotencia de una crueldad traducida en los aforismos de una “artífice de lo múltiple simultáneo”.
El subapartado “Animales” (2018) evoca una alucinación que premia a quienes se entregan a sus excentricidades: “Hay aves que aún dormidas siguen piando en tono apagado”. El lenguaje trama un mundo reconocible pero fuera de nuestro alcance: “[El loro Perico] de noche ensaya palabras, como que deletrea”. El autoconocimiento se mide contra un panorama donde “lo nimio se vuelve interesante y lo cotidiano, único”, sostiene la editora Julia Saltzmann (Rosario, 1958). El misticismo local y el gusto por la transgresión definen a la premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas 2017, una fisicalidad imaginativa que “siempre pone la dignidad en primer lugar”, según la periodista y escritora Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973) en el prólogo (“La de los demás y la propia”), junto a una magia compositiva que superpone los detalles a modo de desafío.