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Como lector de prensa, sabes bien que la información gratuita no existe; que, cuando se regala el trabajo de los periodistas, estos ya no dependen de sus lectores, sino de motores de búsqueda y de agencias de publicidad. Le Monde diplomatique cuenta con algunos cientos de colaboradores –periodistas, académicos, militantes asociativos– dotados de facultades rara vez asociadas, que dominan sus temas y se empeñan en transmitir sus conocimientos sin ceder a los atajos.
No somos robots. La información que aparece publicada en nuestras páginas no es recolectada, clasificada y puesta "en línea" por un programa informático. Tampoco cedemos al cuasi monopolio de los medios de jerarquización de la información, detentado por Google y los motores de búsqueda. Le Monde diplomatique, en cambio, organiza sus prioridades en función de las elecciones de su mesa de redacción.
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Informarse, cuesta
En Le Monde diplomatique creemos que informarse sigue siendo una actividad productiva, imposible de realizar sin esfuerzo y que exige una verdadera movilización intelectual... Una actividad tan noble en democracia, como para que el ciudadano decida dedicarle una parte de su tiempo y su atención. Si nuestros textos son, en general, más largos que los de otros periódicos y revistas, es porque resulta indispensable mencionar los puntos fundamentales de un problema, sus antecedentes históricos, su trama social y cultural, su importancia económica, para poder apreciar mejor toda su complejidad.
Cada vez más lectores aceptan esta concepción exigente de la información y son sensibles a nuestras formas, sin duda imperfectas, pero sobrias, de observar la marcha del mundo. Las notas a pie de artículo, que enriquecen los textos y permiten, eventualmente, completar y prolongar la lectura, no parecen molestarles demasiado. Al contrario, muchos ven en ellas un rasgo de honestidad intelectual y un medio para enriquecer su documentación acerca de tal o cual informe.
"Son necesarios largos años –escribió Vaclav Havel–, antes de que los valores que se apoyan en la verdad y la autenticidad morales se impongan y se lleven por delante el cinismo político; pero, al final, siempre acaban ganando la batalla".
Esta seguirá siendo también nuestra paciente apuesta.
Fragmento de "Informarse, cuesta", de Ignacio Ramonet. Le Monde diplomatique en español, noviembre de 1995.
Le Monde diplomatique conjuga una gran apertura hacia cuestiones internacionales con una visión crítica de lo que, en la mayoría de los casos, sigue siendo el ángulo muerto de la prensa: la ideología y el funcionamiento global del capitalismo, las consecuencias ecológicas y sociales del libre comercio, los peligros del “choque de civilizaciones”, lo que esconden las alianzas militares, las utopías necesarias, las perspectivas ante nuevas formas de democracia en la era de las grandes basculaciones geopolíticas.
El equipo de este mensual, convencido de que los enfoques comparativos y el análisis histórico disipan las ilusiones de una actualidad agitada, se emplea en hacer que cada número combine análisis, reportajes e investigaciones. Con una perspectiva singular y rigurosa de ver los acontecimientos, compartida por un centenar de colaboradores extranjeros, Le Monde diplomatique es un periódico de referencia de todos aquellos que quieren comprender el mundo, pero también cambiarlo.